Mártir Emperatriz Alejandra
Santa Alejandra, esposa del emperador Diocleciano, fue una cristiana secreta. Viendo la fuerza de fe del santo Jorge durante su martirio, ella decidió decir abiertamente sobre su fe en Jesús Cristo. Ella fue al lugar donde martirizaban a san Jorge, cayó a los pies del mega mártir y delante de todos dijo que era cristiana.
Enfurecido Diocleciano condenó a la emperatriz a muerte. Santa Alejandra recibió con coraje esta sentencia y humildemente iba al lugar de la ejecución, rezando y mirando al cielo. Durante el camino ella se cansó y pidió a los guerreros que le permitan descansar un poco. Se apoyó contra la pared de un edificio y falleció. Su tranquila muerte fue el 21 de abril del año 303.
Otra ejemplo de santidad fue Alejandra virgen y mártir. Vivió en Ancira, en el siglo IV, en tiempos del emperador Diocleciano, que arreció la persecución contra los cristianos, a los que señalaban muchos como responsables de la decadencia del imperio romano y de los problemas que ésta llevaba aparejados. Al ser acusada Alejandra de practicar el culto cristiano, junto con Eufrasia (la de bello discurso), Julita, Alandia, Faina, Teresa y Matrona, fue condenada junto con sus compañeras a ser arrojadas al río atadas todas en pesadas piedras, que se las llevaron hacia el fondo. Pero otro cristiano ferviente, el tabernero Teodoto, consideró su deber rescatar los cuerpos de las santas mártires, a sabiendas del riesgo que corría. En efecto, se entregó por la noche al rescate de los cuerpos, pero le sorprendió la luz del día completando su buena obra, y con la luz, también los enemigos de la religión. También él sufrió el martirio.
No están solas las Alejandras; tienen como primera portadora de su nombre nada menos que a la diosa Hera, la gran diosa del Olimpo griego, hija de Cronos y de Rea, esposa de Zeus, que llevaba el sobrenombre de Alejandra. Al igual que Zeus se la considera todopoderosa. A ella se debe, como diosa de los cielos y de sus fenómenos, desde el sol a las lluvias, los vientos, las tormentas, etc., la fecundidad de la tierra; y personifica al igual que Zeus, la fuerza, la justicia, la bondad. Ella es, en fin, la reina del Olimpo. Y varias reinas llevaron también este nombre, desde Salomé Alejandra, reina judía entre los años 78 al 69 a. de JC., hasta Alejandra Carolina María Carlota Luisa Julia, reina de Inglaterra, las Alejandras rusas; bellos territorios en Argentina y Australia, la ciudad de Alejandría, en honor de Alejandro Magno; y un sinfín de resonancias a lo largo de la historia y a lo ancho del mundo, de los grandes nombres asociados de Alejandro y Alejandra, cuya grandeza es tan abrumadora, que es ocioso ponderarla. Dan fe de ello la multitud de grandes Alejandros y Alejandras que en el mundo han sido. ¡Felicidades!
Tuesday, March 20, 2007
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
yia...
Post a Comment